Los fundamentos de la libertad, F. A. Hayek
Después de este largo parón vuelvo con un fragmento de una de las obras más importantes de Friedrich August von Hayek, Los fundamentos de la Libertad. Hayek, filósofo y economista de la escuela austriaca, premio Nobel en el 74, escribó esta obra en los años 60, y es considerado como uno de los máximos defensores del liberalismo económico. He copiado un fragmento que me ha resultado interesante. Es algo largo pero da lugar a grandes conclusiones:
"El rápido progreso económico con que contamos parece ser en gran medida el resultado de la aludida desigualdad y resultaría imposible sin ella. El progreso a tan rápido índice no puede proseguir a base de un brente unificado, sino que ha de tener lugar en forma de escalón con algunas más adelantados que el resto. La razón para ello se oculta bajo nuestra costumbre de considerar al progreso económico, principalmente, como acumulación de cantidades siempre crecientes de bienes y equipo. Sin embargo, la elevación de nuestro nivel de vida al menos se debe en mucho a un incremento del conocimiento que facilita no solamente el mero consumo de mayores cantidades de las mismas cosas, sino la utilización de cosas diferentes y de otras que a menudo no conocíamos antes. Y aunque en parte el crecimiento de la renta estriba en la acumulación de capital, depende más probablemente de nuestra sabiduría para usar nuevos recursos con mayor efectividad y para nuevos propósitos.
El desarrollo del conocimiento goza de tan especial importancia que, mientras los recursos materiales permanecen escasos y han de reservarse para propósitos limitados, los usos del nuevo conocimiento (donde no se reduzcan artificialmente mediante patentes de monopolio) carecen de límites. Una vez logrado, el conocimiento se convierte en algo graciosamente obtenible en beneficio de todos. A través de este libre uso del conocimiento, adquirido por la experiencia de algunos de los miembros de la sociedad, se hace posible el progreso general. Los logros de aquellos que han marchado a la cabeza facilitan el avance de los que les siguen.
En cualquier etapa de este proceso siempre existirán muchas cosas cuyo método de obtención conocemos si bien todavía resultan caras de producir excepto para unos pocos. En una primera etapa tales bienes pueden lograrse sólo mediante un despliegue de recursos igual a muchas veces la parte de renta total que con una distribución aproximadamente igual iría a los pocos que podrían beneficiarse de ella. En principio, un nuevo bien o una nueva mercancía, antes de llegar a ser una necesidad pública y formar parte de las necesidades de la vida, constituye generalmente el capricho de unos pocos escogidos. Los lujos de hoy son las necesidades de mañana. Aún más: las nuevas cosas o los nuevos bienes, a menudo, llegan a constituir el patrimonio de la mayoría de la gente sólo porque durante algún tiempo han sido el lujo de los menos.
Si hoy en día países más ricos pueden suministrar en gran medida bienes y servicios, cuya gran mayoría no hace mucho tiempo era físicamente imposible producir en tal cantidad, es consecuencia directa de que primeramente tales bienes y servicios fueron puestos a disposición de unos pocos. Todos los elementos que se conjugan para que una casa sea cómoda, para establecer nuevos medios de transporte y comunicación o nuevas diversiones y pasatiempos, primeramente pudieron producirse sólo en cantidades limitadas. Sin embargo, a medida que se hacía así, se aprendió gradualmente a producir las mismas o similares cosas con un despliegue de recursos mucho más pequeño, y de esta forma pudo llegarse a suministrarlas a la gran mayoría. Importante porción de los gastos de los ricos, aunque en su esencia no pretenda tal fin, sirve para sufragar los costos de experimentación con las nuevas cosas que más tarde y como resultado de lo anterior se pondrán a disposición de los pobres.
El punto importante no es tan sólo que de manera gradual se aprenda a fabricar barato en gran escala lo que ya se sabe fabricar caro en pequeñas cantidades, sino que únicamente desde una posición avanzada se hace visible la próxima serie de deseos y posibilidades, de forma tal que la selección de nuestros fines y el esfuerzo hacia su logro comenzarán mucho antes de que la mayoría se esfuerce por obtenerlos. Si la satisfacción de las apetencias de la mayoría, tras haber logrado sus objetivos presentes, ha de conseguirse pronto, es necesario que los progresos que entrañan fruto para las masas, en los próximos veinte o cincuenta años, estén guiados por los puntos de vista de quienes se encuentran ya en situación de disfrutarlos.
Hoy, en los Estados Unidos o en la Europa occidental, los relativamente pobres pueden tener un coche o un refrigerador, un viaje en aeroplano o una radio, al precio de una porción razonable de sus ingresos porque en el pasado otros con rentas mucho mayores fueron capaces de gastar en lo que entonces se consideró un lujo. El camino del progreso se facilita grandemente por el hecho de que otros lo hayan recorrido antes. Al explorador que ha abierto la ruta se debe el acondicionamiento de ésta en beneficio de los menos afortunados o con menos energías. Lo que hoy puede parecer extravagancia o incluso dispendio, porque se disfruta por los menos y ni siquiera encuentra apetencia entre las masas, es el precio de la experimentación de un estilo de vida que enventualmente podrá obtenerse por muchos. El campo de actividad de los ensayos y sus posteriores desarrollos, el fondo de experiencias que se pondrá a disposición de todos, se extienden grandemente por la desigual distribución de los ingresos individuales, de forma que el índice de progreso se incremeentará notablemente si los primeros pasos se dan mucho antes de que la mayoría pueda aprovecharse de ellos. Muchas de las mejoras no hubieran llegado ciertamente a constituir una posibilidad para todos sin haber sido obtenidas antes por algunos. Si tuviésemos que esperar las cosas mejores hasta que todos fueran provistos de ellas, en ese momento, en muchas instaancias, no vendría nunca. En la actualidad, incluso los más pobres deben su relativo bienestar material a los resultados de las desigualdades pasadas.
Por tanto, que no nos engañen las frases de los políticos que contengan el término "igualdad". Bajo el capitalismo no se puede aspirar a una sociedad más igualitaria, porque la desigualdad en sí es la razón de ser del sistema.
Etiquetas: liberalismo
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